Me sacude la modorra y me acomodo para dormitar otro poquito….. Pero me jode esa sensación de inquieta morbosidad que tengo en el cuerpo. Y pienso y me dejo llevar por esos pensamientos volátiles que se arremolinan en mi mente. Allí en mi cama matrimonial, pienso en mi esposo, medico excelente, que partió temprano a sus obligaciones….. Sin antes llevar de regreso al aeropuerto a sus dos amigos de juventud.
Esos amigos que ya estuvieron en nuestra casa una semana, visitando nuestro pueblo rural, trabajando en inseminación artificial, y ahora volvieron a lo mismo pero hoy, como dije, se fueron temprano.
Ellos son también causa de mi estado actual, pues están bien físicamente, son algo atrevidos y locuaces, lo que varias veces llevo nuestra conversación hacia el sexo, donde confesé sin rubor la poca actividad de mi marido, su minima resistencia, mas lo elemental que era. Ellos jovialmente recordaron que mi Cesar, siempre había sido de ese modo, y se apenaban por verme tan “hambrienta y sin cosecha”. Que ahora que la presidenta Cristina había inaugurado el Canpo para el campo, podría recoger muy buena producción, si yo los dejaba hacer el trabajo.
Tan solo por recordarlos, me moje, pese a que nada había pasado con ellos, mas que esas conversaciones algo subida de tono y confeccionarlo de por medio.
Pensé en levantarme e ir a lo de Irene, una amiga con la que nos entendemos muy bien sexualmente, pero que no frecuento desde que comenzó a insistir en incluir en nuestras “secciones” a su marido. No, eso no lo podría hacer yo. Putita, si, calentona si, pero también muy fiel.
Debo darme una ducha, me dije…. Pero antes puedo jugar un poquito….. Asi que me estire a la mesita de luz, tome mi Dildo doble penetración, el que me regalo mi esposo, y comencé a jugar con mi cuerpo suave….tiernamente.
Siempre a poco de comenzar esos juegos, me pongo en cuatro, haciendo que el Dildo, entre libre desde atrás a mis dos cavidades calientes y jugosas.
Mi cara se hundía en la almohada perfumada y de un verde tenue…. mis pensamientos revoloteaban en recuerdos, como aquella única vez que le puse cuernitos a mi Cesar, en Alemania, dejándome coger por un seductor masajista en un hotel de lujo donde nos alojábamos. El nunca se entero.
Mi goce era perfecto…. aquel aparatito era como hecho para mi, me masajeaba vibrando mi cuevita, mientras aquel pedacito de verga chiquita me abria el culito. Me lo abria para ponerme luego otro mas grande, mientras me daba el vibrador a pleno sobre el clítoris.
Cuando sentí unas manos sobre mi espalda, mas otras sobre mis piernas…. Gire rápido manoteando las sabanas para taparme. Allí estaban Sergio y Amadeo, sorprendiéndome en aquella auto-orgia matinal.
-Que hacen, ché!-
-Nos deleitamos con esta rubiecita caliente que tiene nuestro amigo por mujer.-
-Como te gusta gozar!!!, Yamilita.-
Me acurruque a la defensiva, pero ellos llevaban gran ventaja. Fue en vano mis ruegos para que se fueran, sinceros al principio, falsos después, y sin sentido por ultimo.
Estaba yo expuesta, caliente, sinceramente deseosa de tener sexo. No lo quería admitir, pero aquellas manos comenzaron a hacer estragos, aquellas palabras no me dejaban respuesta correcta.